Están muertos. Están muertos y caminan y no tenés más que levantar la mirada para verlos. No entienden dónde están ni en qué momento. La existencia para ellos es algo lejano, utópico. Ya no son dueños de sus cuerpos. Un hambre voraz de cosas que no llenan los ataca. Y muerden y escupen sangre y se multiplican. Por montones se multiplican. Una plaga de cuerpos sin alma. No existe cura ni remedio para esta enfermedad. Los brazos en alto y las voces apagadas y los ojos como en otro mundo. Porque están en otro mundo. Pero los ves acá. Y te mirás al espejo y ves que te estás volviendo pálido y un hambre voraz te ataca y ya no usás más el corazón sino el cuerpo desesperado que te pide carne, carne, carne. Corrés como loco. Gritás desaforado. Mordés a alguien y le pasás toda tu rabia y tus miedos y tu miseria más profunda.
El amanecer de los muertos
Zora tiene un sombrero que hace juego con su vestido. Zora es una negra tan elegante como su forma de hablar. Zora Neale Hurston es una escritora y antropóloga norteamericana. Es 1937 y se movió hasta Haití siguiendo el curioso caso de Felicia Felix-Mentor. La historia que le contaron de esta mujer es que murió y fue enterrada en el año 1907. Treinta años después, hay quienes aseguran haber visto a Felicia caminando entre los vivos. Hurston no puede dar con Felicia o lo que quedaba de esa pobre mujer. La tumba está profanada. Alguien se llevó el cadáver. Pero la investigadora no baja los brazos y se relaciona con escritores mentirosos y brujos borrachos. Intentan violarla. Le roban. La policía local la persigue. Un periodista le vende información y luego la extorsiona. Alguien le habla del Polvo de Rayo que sume a las personas en un estado de muerte aparente. Luego hay un segundo polvo que levanta a estos muertos y ya no son lo que eran antes, el hechicero es el dueño de esos cuerpos. Le hablan de drogas psicoactivas. Le hablan de gente privada de su voluntad. Zora comienza a sentirse mal. Zora deja de ser quien era. Al menos eso siente. No sale por varios días de la habitación de su hotel. Después de una larga estancia en Haití se vuelve a Estados Unidos. A partir de ahí, su carrera de escritora y antropóloga se cae a pedazos. Desaparece de los ámbitos que frecuentaba. Deja de escribir. Siente que tiene una maldición sobre su cuerpo. De alguna forma, se siente una muerta en vida. Y muere olvidada en la pobreza.
Pero el verdadero origen del concepto zombi se remonta a tiempos de la conquista. Desde ahí, los zombies estaban relacionados a la esclavitud y al miedo por los españoles. Ellos eran los dueños de sus cuerpos. Ellos decían lo que tenían que hacer. En el año 1697 apareció por primera vez el concepto zombi en la novela autobiográfica de Pierre-Corneille de Blessebois, Le Zombi du Grand Pérou, ou La comtesse de Cocagne. Y en el siglo XIX, el visitador y ministro residente en Haití Spenser St. John, era famoso por relatar a sus amistades europeas historias de canibalismo y vudú que incluían la ingesta de infantes y la exhumación de cadáveres como parte de ciertos rituales.
Apocalipsis zombie
Hace unos meses, en una jugosa entrevista para una revista científica, el Dr. Steven C. Schlozman, profesor asistente en la escuela de Medicina de Harvard, declaró que podrían llegar a existir los zombis, y lo peor de todo, que podría llegar a darse un apocalipsis. “Aún pienso que los zombis son personajes ficticios”, declaró “aunque ya no estoy tan seguro”. A continuación, usted leerá la explicación que ofreció el Dr. Schlozman para explicar su teoría acerca de cómo funcionaría un cerebro zombie.
El lóbulo frontal
Según el Dr. Schlozman, los zombies obviamente no usan mucho el lóbulo frontal; no pueden abrir puertas o ventanas, no pueden pasar por obstáculos complicados, en sí, no pueden resolver problemas y obviamente sus acciones son gobernadas por sus impulsos asesinos. El lóbulo frontal del zombie sólo recibe órdenes del tálamo, que es donde los estímulos sensoriales llegan al cerebro.
La amígdala cerebral y la corteza cingulada anterior
Un zombie es gobernado por impulsos y emociones básicas como la rabia y el hambre, los cuales viven en los rincones más primitivos del cerebro, entre ellos: la amígdala cerebral. Los científicos han confirmado esto induciendo lesiones en la amígdala de ciertos animales y observando una disminución de su capacidad de reacción y ataque. El balance es mantenido por la corteza cingulada anterior, la cual ‘modula’ la comunicación entre la amígdala y el lóbulo frontal, es decir, en caso de que la amígdala genere miedo, rabia o lujuria, la corteza cingulada entra en acción y permite que el lóbulo frontal tenga tiempo de pensar antes de actuar. Los zombies al tener una corteza cingulada defectuosa debido a el daño en el lóbulo frontal, no tendrían manera de modular sus sentimientos. Siempre tienen hambre, siempre sienten rabia.
El cerebro y los ganglios basales
Los zombies sufren de daños en el cerebelo y ganglios basales, partes del cerebro que hacen posible que el cuerpo tenga movilidad fluida y coordinación.
Es por eso que los zombies caminan tambaleándose, arrastrando sus miembros y con cierto temblor.
Neuronas espejo
La teoría de las neuronas espejo nos dice que estas son neuronas que se activan cuando un animal o persona desarrolla la misma actividad que está observando ejecutar por otro individuo. Schlozman describe la teoría como un modelo neurobiológico de la empatía, el cual sugiere que de alguna forma u otra estamos conectados unos con otros.
El hipotálamo ventromedial
Según el Dr. Schlozman, los zombies sufren de híperfagia, condición que provoca la sensación de siempre tener hambre. Esto es debido a que su hipotálamo ventromedial, uno de los núcleos del hipotálamo, se encuentra dañado. Resultado: los zombies comen y comen pero nunca se sienten saciados.
fuente:diariodemocracia.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario