Rudy Eugene ha pasado a la historia como el protagonista del caso más famoso de canibalismo provocado por la droga 'sales de baño', aunque en realidad no la consumiera. Sucedió en Miami en mayo del año pasado, cuando este joven de 31 años de origen haitiano arrancó a mordiscos la cara de un indigente, que perdió el ojo izquierdo y el 75% de la piel del rostro. Se dijo y publicó que el hombre actuó bajo el poderoso efecto de este nuevo estupefaciente, y es puesto como ejemplo una y otra vez para hablar de la droga que vuelve caníbales a los hombres. La realidad es que la autopsia concluyó que Eugene, al que los agentes abatieron a tiros, solo había fumado marihuana. Ni sales de baño, ni alcohol ni ninguna otra droga. La Policía atribuyó en principio el ataque a las ‘sales de baño’ por el hecho de que el agresor estuviera desnudo y se enfrentara con tanta violencia a los agentes, efectos que provoca esta sustancia. Dicen que sube tanto la temperatura corporal que la gente acaba por quitarse toda la ropa.
Otro caso conocido es el de Charles Baker: se presentó, también el año pasado, en casa de la madre de sus hijos y atacó al abuelo de estos mordiéndole el brazo. Se atribuyó a la misma droga, aunque en la sangre del agresor se encontraron rastros de marihuana y opiáceos. Nada de 'sales de baño'. Además, en 2009, Baker ya había sido detenido por intento de asesinato con una pistola; vamos, que era un tipo violento seguramente con problemas psiquiátricos potenciados por el uso de drogas, fueran cuales fueran.
Esto no quiere decir que las ‘sales de baño’ sean inofensivas, nada más lejos de la realidad, pero sí se las ha ligado de forma equívoca o exagerada a un fenómeno como el canibalismo. Al menos a la vista de estos dos casos que finalmente no eran atribuíbles a esta sustancia. Y en esto quizá tenga algo que ver el enorme éxito que está teniendo en todo el mundo la emisión de la serie ‘The Walking Dead’, donde los zombies se han adueñado del mundo y se dedican a devorar a los pocos humanos que aún sobreviven a duras penas.
La cabeza bajo el brazo
Las denominadas 'sales de baño' es una peligrosa droga de reciente aparición en Estados Unidos que ya ha irrumpido en nuestro país -aunque aún no ha sido requisada-, según advertía en octubre de 2012 el fiscal jefe de Asturias, Gerardo Herrero. Asegura, sin embargo, José María Fuentes-Pila, máster en Drogodependencias, especialista en drogas tóxicas y estupefacientes y director del Instituto Cántabro de Conductas Adictivas, que «no estamos ante una droga que convierte a las personas en caníbales, sino que su efecto multiplicador como estimulante y alucinógeno puede desencadenar cuadros de disfunción mental muy severa».
Para entender esta afirmación, detalla el «doble riesgo» de las 'sales de baño': «Tienen semejanzas con la cocaína en polvo, aunque sus efectos son más rápidos e intensos y, por otra parte, poseen potentes rasgos alucinógenos, como los del LSD o la fenciclidina (PCP o polvo de ángel), cuyo poder distorsionador de las funciones cerebrales puede producir ‘malos viajes’. Hablamos de alucinaciones terroríficas que han generado con el PCP casos de automutilaciones, gente que se come los dedos, por una sensación hiperreal de distorsión corporal».
La ketamina, el potente anestésico utilizado en veterinaria, también provoca alucinaciones que desatan ataques de pánico al asistir a la desestructuración del propio cuerpo: un hombre relataba con angustia y desesperación cómo podía quitarse la cabeza y llevarla debajo del brazo.
Mala fama, poco futuro
En cualquier caso, las 'sales de baño' son un cóctel explosivo con capacidad de inducir «psicosis tóxicas muy fuertes». Fuentes-Pila cree que este aspecto es el que más llama la atención en los casos aparecidos en prensa que se han asociado a esta sustancia y al canibalismo: «Pero los patrones de comportamiento no han sido iguales en todos los casos registrados y, en algunos, ni siquiera se trataba de esta droga».
Aparte de provocar, con ese doble efecto, euforia, excitación, alucinaciones, paranoia, confusión, ansiedad, pánico y conductas violentas y suicidas, las personas que la toman corren riesgo de muerte súbita por taquicardia, hipertermia maligna e hipertensión, que puede desencadenar accidentes cardio y cerebro vasculares repentinos. Vamos, que se trata de una joyita. Pero el experto encuentra en todo esto un aspecto positivo: «Su alto nivel de peligrosidad supone que en los circuitos de consumidores suba con rapidez su mala fama, lo cual favorece que desaparezca del mercado también con cierta rapidez». Y se centra en alertar sobre lo que, a su juicio, sí son cuestiones reales que necesitan ser vigiladas en nuestro país: el elevado consumo de cocaína y los graves problemas con el alcohol y los medicamentos ansiolíticos.
fuente:sur.es
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