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buenos aires zombie awake

lunes, 13 de mayo de 2013

reglas generales basicas ante una plaga zombie


 UN OBJETIVO: Con demasiada frecuencia, la gente que se ha escondido en viviendas fortificadas se sienten tenta­dos por las distracciones de su libertad inicial. La mayoría de esas personas nunca alcanzan la seguridad. No pases a formar parte innecesaria de esas estadísticas. Tu misión es escapar, nada más ni nada menos. No mires los objetos de valor que abandonas. No caces al zombi de turno. No inves­tigues ningún ruido extraño o luces en la distancia. Sólo vete. Cada desvío, cada pausa en la jornada, aumenta las posibilidades de ser encontrado y devorado. Si por alguna casualidad te cruzas con humanos que necesiten ayuda, párate a ayudarlos. (En ciertas ocasiones, la lógica debe dar paso a la humanidad.) De otro modo, ¡no te pares!

 ELIGE UN DESTINO: ¿Hacia dónde te diriges exacta­mente?: teléfono, radio, internet, etc.?
 A menudo, las personas abandonan sus fortificacio­nes para deambular sin rumbo fijo y desesperanzados por una zona abarrotada de gules. Sin un destino fijado en mente, las probabilidades de sobrevivir al viaje son muy pocas. Usa la radio para descubrir el refugio más cercano. Si es posible, intenta comunicarte con el mundo exterior para confirmar que el destino es seguro. Ten siempre un destino alternativo en caso de que invadan el primero. A menos que otros huma­nos estén esperando, y a no ser que se mantenga una comu­nicación constante, puedes encontrarte con una reunión de zombis hambrientos esperándote en la línea de llegada.

 REÚNE INFORMACIÓN Y PLANEA TU VIAJE:

 Dados todos estos factores: ¿cuánto tiempo podríais sobre­vivir tú o tu grupo en un asedio prolongado? Asegúrate de considerar todas las preguntas cuando elijas dónde vas a quedarte. Resiste la urgencia de precipitarte al interior del edificio más cercano. Recuerda: no importa lo desesperada que parezca la situación, el tiempo que dedicas a pensar de forma clara nunca es tiempo perdido. ¿Cuántos zombis, aproximadamente, hay entre tú y tu destino? ¿Dónde están las fronteras naturales? ¿Ha habido accidentes peligrosos como incendios o vertidos químicos? ¿Cuáles son los caminos más seguros a escoger? ¿Cuáles son los más peligrosos? ¿Cuáles se han bloqueado desde que comenzó el brote? ¿Supondrá la meteorología un problema? ¿Hay recursos a lo largo del camino? ¿Estás seguro de que aún están allí? ¿Puedes pensar en alguna información que te gustaría tener antes de emprender el viaje? Obviamente, uno vez que te has escondido en tu fortaleza, reunir información puede ser difícil. Puede resultar imposible saber cuántos zombis hay fuera, si un puente se ha derribado o si todas las embarcaciones del puerto deportivo se han marchado. Asi que conoce tu terreno. Esto, al menos, no cambiará con un brote. Considera dónde estarás cuando acabe el día. Asegúrate, al menos en el mapa, de que es relativamente defendible, con buenos escondites y varias rutas de escape. También has de considerar un equipamiento específico, dependiendo del camino que elijas. ¿Será necesaria una cuerda para escalar? ¿Qué hay de agua extra en caso de no existir una fuente natural?

Una vez calculados todos estos factores, considera la variantes desconocidas y formula planes alternativos en torno a ellas. ¿Qué harás si un incendio o un vertido químico te bloquean el paso? ¿A dónde irás si la amenaza zombi se vuelve mayor de lo previsto? ¿Y si hieren a un miem­bro de tu grupo? Considera todas las posibilidades y haz lo máximo para planearlas. Si alguien te dice: «Eh, vamonos y ya nos las arreglaremos con lo que nos encontremos», ponle una pistola con una bala en la mano y dile que esa sería una forma más fácil de suicidarse.

 PONTE EN FORMA: Si las instrucciones anteriores se han seguido al pie de la letra, tu cuerpo debería estar prepa­rado para un largo viaje. Si no es ese el caso, comienza un régimen cardiovascular estricto. Si no hay tiempo, asegú­rate de que el camino que has elegido está dentro de tus posibilidades físicas.

EVITA GRUPOS NUMEROSOS: Cuando te defiendes, la ventaja radica en el número. Cuando viajas por territo­rio zombi, lo contrario es lo válido. Los grupos numero­sos aumentan las posibilidades de ser detectados. Incluso con una disciplina estricta, los accidentes ocurren. Los grupos numerosos también retrasan la movilidad, porque los miembros más lentos tienen que luchar para alcanzar el paso de los más rápidos, y viceversa. Por supuesto, viajar solo también conlleva problemas. La seguridad, la vigilan­cia y, naturalmente, dormir se vuelven más complicados si alguien intenta hacerlo solo. Para la ejecución ideal, haz que tu equipo sea de tres personas. De cuatro a diez aún puede ser aceptable. Cualquier cosa por encima de eso es buscar problemas. Tres miembros permiten una protección mutua en el combate cuerpo a cuerpo, la dispersión en las guar­dias durante la noche y la habilidad para que dos miembros carguen durante periodos cortos de tiempo con un tercero que ha sido herido.

 ENTRENA A TU GRUPO: Apunta las habilidades de los miembros de tu equipo y úsalas como corresponde. ¿Quién puede cargar con más cosas? ¿Quién es el que corre más rápido? ¿Quién es el más silencioso en el combate cuerpo a cuerpo? Elige trabajos individuales tanto para el combate como para la supervivencia diarios. Cuando tu equipo comienza la marcha, cada uno debería saber qué se espera de él o ella. El trabajo conjunto también debería ser una prioridad. Practica técnicas de supervivencia simuladas así como también instrucciones de combate. Por ejemplo, calcula cuánto tiempo tardaríais en empaquetar todo vues­tro equipo y salir durante un ataque de zombis repentino. Obviamente, el tiempo puede ser crítico en tu salida. En una situación ideal, tu grupo debería desplazarse como si fuera un individuo, actuar como si fuera un individuo y matar como si fuera un individuo.

 PERMANECE EN MOVIMIENTO: Una vez descu­bierto, los zombis se dirigirán hacia ti desde todas direc­ciones. La movilidad, y no la capacidad de disparo, es üi mejor defensa. Prepárate para correr en cuanto los perci­bas. Nunca empaquetes más cosas de las que puedas llevar mientras corres. Nunca desempaquetes todo tu equipo de una vez. ¡Nunca te quites los zapatos a menos que la segu­ridad inmediata sea un hecho! Encuentra tu propio ritmo. Realiza carreras a gran velocidad sólo cuando sea necesario, ya que desperdician grandes cantidades de preciosa ener­gía. Realiza pausas frecuentes y cortas. No te permitas estar demasiado cómodo. Recuerda estirar en cada pausa. Nunca corras riesgos innecesarios. Saltar, escalar y cualquier acti­vidad que pueda causarte lesiones debería evitarse en 1 posible. En un territorio infestado de gules, lo último que necesitas es torcerte el tobillo.

PERMANECE INVISIBLE: Aparte de la velocidad, tu siguiente aliado más próximo será el sigilo. Al igual que un ratón intentando arrastrarse a través de un nido de serpientes, debes hacer todo lo posible por evitar la detección. Apaga cualquier radio portátil o equipo electrónico. Si llevas un reloj digital, asegúrate de que la alarma está desactivada. Ata bien tu equipo, asegurándote de que no hay nada que haga ruido mientras caminas. Si es posible, ten siempre la cantimplora llena (para así evitar el ruido del chapoteo cuando te desplaces). Si vas en grupo, evita hablar. Susurra o usa señales visuales para comunicarte. Permanece en áreas con buenos escondites. Viaja en campo abierto sólo cuando sea necesario. Por la noche, evita encender fuegos, linternas o cualquier otra fuente de luz. Esto restringirá tu movilidad a las horas del día y tu dieta a raciones frías, pero estos sacrificios deben hacerse.
Los estudios han demostrado que los zombis con ojos intactos pueden divisar la brasa de un cigarrillo encendido a más de medio kilómetro de distancia. (Lo que no se sabe es si esto les hace investigar, pero ¿para qué arriesgarse?)

Pelea sólo cuando tengas que hacerlo. Retrasarse a causa de la batalla servirá únicamente para atraer a más zombis. Se sabe de personas que mataron a un zombi sólo para acabar encontrándose rodeadas por docenas más. Si el combate resulta inevitable, usa armas de fuego sólo en las circuns­tancias más desesperadas. Disparar no es diferente a lanzar una bengala. Al encenderla atraerás a los zombis que haya a kilómetros a la redonda. A menos que tengas vías de escape fiables y muy rápidas, o a menos que tu arma de fuego esté silenciada, usa un arma de mano secundaria. Si no es el caso, planea una vía de escape que puedas tomar en cuanto hayas abierto fuego.

 MIRA Y ESCUCHA: Aparte de permanecer escondido, debes intentar avistar amenazas potenciales. Vigila cada movimiento. No ignores las sombras o las figuras humanoides en la distancia. Durante los descansos y mientras estés en marcha, párate a escuchar a tu alrededor. ¿Oyes pasos o chirridos? ¿Están los zombis gimiendo, o es sólo el viento? Por supuesto, es fácil volverse paranoico y creer que hay zombis al cruzar cada esquina. ¿Es eso malo? En este caso, no. Una cosa es creer que todo el mundo te persigue y otra muy diferente cuando te persiguen de verdad.

 ¡DUERME!: Tú o tu grupo estáis solos, intentando perma­necer en silencio, intentando estar alerta. Los zombis podrían estar en cualquier parte, escondidos, cazando. Podrían aparecer docenas en cualquier momento y la ayuda se encuentra a muchos kilómetros. ¿Cómo demonios se supone que vas a dormir? Parece de locos, imposible, pero es vital si quieres resistir con vida este calvario. Si no descansas, los músculos se deterioran, los sentidos se debili­tan y cada hora que pasa reduce tus habilidades para actuar. Muchos humanos inconscientes creyeron que su cuerpo podría aguantar el duro viaje a base de cafeína y muchas ganas, y se dieron cuenta demasiado tarde de las consecuen­cias de su estupidez. Una ventaja de viajar durante el día es que, te guste o no, no vas a dirigirte a ninguna parte durante al menos unas horas. En lugar de maldecir la oscuridad, úsala. Viajar en pequeños grupos, al contrario de si vas solo, permite dormir más seguro porque los diferentes miembros del grupo pueden hacer turnos para vigilar. Por supuesto, no resulta fácil dormirse ni cuando hay alguien que vigila mientras tú no lo haces. Resiste la tentación de usar somní­feros. Sus efectos podrían inhabilitarte para reaccionar si los zombis atacan durante la noche. Aparte de la meditación y otros ejercicios mentales, no hay una solución rápida para dormirse en mitad de una infestación.

 ABSTENTE DE REALIZAR SEÑALES EXPLÍCI­TAS: La primera visión de un avión podría causar que intentases atraer la atención del piloto disparando tu arma, encendiendo una bengala o una hoguera, o por algún otro medio dramático. Esto podría atraer la atención del piloto, que podría contactar por radio con un helicóptero o con un equipo de salvamento de a pie para que se dirigiera a tu posición. Aunque esta acción también podría atraer a los zombis que se encontraran cerca. A menos que el helicóp­tero se encuentre a unos minutos de distancia, los zombis le alcanzarían primero, sin lugar a dudas. A no ser que el aparato de vuelo que veas tenga la capacidad para aterri­zar en ese mismo momento donde te encuentras, no intentes mandarles señales si no es con una radio o con un espejo. Si estos no están disponibles, sigue avanzando.

 EVITA LAS ZONAS URBANAS: (el 80% de las personas no hacen caso  a este punto, lamentablemente uno de los mas vitales en la lista)No importa cuáles sean tus posibilidades de sobrevivir durante una infestación; sin lugar a dudas, disminuirán en un 50 o un 75 % cuando atra­vieses una zona urbana. El hecho simple es que en un lugar donde vivan más personas habrá más muertos. Cuantos más edificios haya, podrán acechar más lugares. Estos edificios, además, dificultan el campo de visión. Las superficies de duro hormigón, a diferencia del suelo blando, no permiten amortiguar las pisadas. Añádele las posibilidades de tirar algo, de tropezar con los restos o de pisar un cristal roto y tienes la receta de un viaje muy ruidoso.

Además, como ya se ha puesto de relieve y volverá a ponerse en este capítulo, la posibilidad de que te atrapen, te arrinconen o seas rodeado de otro modo en una zona urbana es infinitamente mayor de lo que puede serlo en una zona salvaje. Olvida por un momento que tu problema quizá sean los muertos vivientes. ¿Qué hay del fuego amigo, con otros humanos escondidos en los edificios o con las bandas arma­das de cazadores que te confunden con un zombi? ¿Qué hay del fuego que los cazadores empiezan de modo acci­dental o intencionado? ¿Qué hay de los vertidos quími­cos, el humo tóxico u otras consecuencias peligrosas de las guerras callejeras? ¿Qué hay de la enfermedad? Recuerda que los cuerpos tanto de los humanos muertos como de los zombis despachados podrían llevar abandonados semanas, Los microorganismos mortales que portan y que se propa­gan por el viento pueden ser un peligro para la salud tan potente como cualquier otro que se encuentre por las calles. A menos que tengas alguna razón legítima (un intento de rescate u obstáculos insuperables en el otro lado, no una oportunidad inmediata para saquear) mantente lejos de las ciudades a toda costa.

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