“Es lo más extraño que he visto nunca, observar a ese pobre hombre con la cara completamente devorada”. En estos términos se expresaba Javier Ortiz, vicepresidente de la unión de policías de Miami, en declaraciones a The Guardian. Un hombre que debe haber presenciado muchas cosas a lo largo de su carrera, pero que no estaba preparado para lo que vio el pasado sábado. Uno de sus policías se vio obligado a abatir a un hombre que se encontraba devorando a otro bajo un puente de la ciudad de Florida. Poco después se descubriría que Rudy Eugene, que así se denominaba el criminal de 31 años, había masticado los labios, las orejas, un ojo y la nariz de su víctima. Cuando fue derribado, se encontraba completamente desnudo. La víctima era un hombre llamado Ronald Poppo, un mendigo de sesenta y cinco años que aún se encuentra en vigilancia intensiva, absolutamente mutilado e irreconocible.Un grotesco episodio que ha llamado la atención de todos los medios de comunicación del planeta.
“El tío estaba partiendo en trozos al hombre con su boca, así que le grité, ‘¡sal de ahí!’. Pero seguía devorando al otro tipo. El policía se acercó, le dijo varias veces que parase, pero no obedeció”. De esa forma se expresaba en la cadena estadounidense WSVN Larry Vega, el ciclista que presenció el ataque y llamó a la policía. Después de que Eugene ignorase el aviso, el agente abrió fuego y acabó con su vida.
Truculenta y violenta, la noticia dio lugar rápidamente a multitud de especulaciones que pudiesen explicar la desmedida brutalidad del acontecimiento. Algunos afirmaban que se trataba de una pelea entre enfermos mentales, otros que era una sangrienta forma de venganza en la línea de la corbata colombiana, y los últimos que se habían exagerado los hechos y que realmente no se trataba más que de una pelea normal y corriente distorsionada por los medios. La mejor de todas las versiones: que el apocalipsis zombie había comenzado. Ahora se descubre que el agresor se encontraba bajo la influencia de una droga semejante al LSD considerada popularmente como “bath salts”, “sales de baño” en inglés, por presentarse en forma de polvo.
La nueva droga
Se trata de una sustancia cada vez más consumida en el país norteamericano. Según la American Association of Poison Control Centers, se pasó de los 304 ingresos hospitalarios en 2010 provocados por dichas sales a más de 6.000 en 2011. Una de las razones apuntadas para este aumento repentino del consumo es el precio de la sustancia, que no supera los quince dólares.
El ciclista decía que lo más parecido que había visto nunca a aquello había sido en “The Walking Dead"Se trata de la droga de diseño más de moda en Estados Unidos, cuyos efectos más evidentes son un delirio extremo, la falta de control sobre las emociones y el propio cuerpo, el aumento desmedido de la temperatura corporal y un estado de absoluta confusión. También, una sensación de “invencibilidad y posesión de poderes sobrehumanos, al mismo tiempo que puede producir paranoia extrema, violencia y alucinaciones”, como recordaba el doctor Paul Adams en relación a la sustancia. De hecho, Eugene no reaccionó al primer disparo, por lo que hubo de recibir otros cinco antes de caer abatido.
La influencia de la cultura popular
La mayor parte de noticias escritas en un tono más desenfadado hablaron rápidamente de “apocalipsis zombie”. En Yahoo Answers, una popular página de consulta en Internet, por ejemplo, se pueden encontrar centenas de consultas sobre el tema. Una, en concreto, se pregunta si Florida sigue siendo un estado seguro, pues su autor argumenta que tiene que viajar allí próximamente y le da miedo ser objeto de la plaga. Más allá de interpretaciones jocosas, resulta llamativa la percepción mediatizada por la cultura popular de dicho acontecimiento, que alude directamente a una de las figuras más recurrentes de la historia del cine.
El ciclista testigo decía que lo más parecido que había visto nunca a aquello había sido en “The Walking Dead. Nunca pensé que llegaría a ver a alguien comiéndose a otro. Fue espantoso”. Una visión en la que coincidía otro testigo anónimo: “Era como un zombie”. Nadie se ha referido a Aníbal Lecter, el personaje interpretado porAnthony Hopkins en El silencio de los corderos (The Silence Of The Lambs, Jonathan Demme, 1991) a pesar de tratarse del caníbal más célebre de la historia del cine; Lecter nunca habría actuado en la cuneta de una carretera, demasiado poco refinada para él. Tampoco se habla ya de vampiros, tras su boom durante los años noventa, cuya imagen ha sido un tanto suavizada por la saga de novelas deCrepúsculo (Alfaguara) de Stephanie Meyer. Nada de hombres lobo, gremlins, extraterrestres o poseídos, sino zombies.
La ficción de los no muertos ha conocido un importante revival durante los últimos años. Quizá el exponente más claro sea The Walking Dead, la adaptación del cómic de Robert Kirkman y Tony Moore realizada por la cadena AMC, pero también figuran entre ellas películas como Amanecer de los muertos (Dawn Of The Dead,Zack Snyder, 2004), REC (Jaume Balagueró, Paco Plaza, 2007), Planet Terror(Robert Rodriguez, 2007) o, en un tono más jocoso, Zombies Party (Shaun Of The Dead, Edgar Wright, 2004) y Bienvenidos a Zombieland (Zombieland, Ruben Fleischer, 2009). Incluso el tomo ganador del Premio Anagrama de Ensayo del pasado año, Filosofía zombi, de Jorge Fernández Gonzalo, se dedicaba a dicho asunto. Por ello parece natural que sea el muerto viviente el que aparezca con mayor frecuencia en las pesadillas de la sociedad contemporánea, especialmente la estadounidense.
Lo que dice de nuestro presente
Si antes los zombis eran una síntoma de los males sociales ahora han pasado a ser pura ficción anticipatoriaCurioso que el momento en el que elzombie surge en su versión moderna –ya existía un White Zombie dirigido por Victor Halperin en 1932– sea a finales de los sesenta, con el pleno auge de las drogas de modificación de conducta como el LSD y la llegada de una nueva generación, lahippy y los baby boomers, considerada como una amenaza por sus padres, en La noche de los muertos vivientes de George A. Romero. El componente químico se encuentra cada vez más presente en la imagen del zombie contemporáneo, provocando que su existencia sea más plausible. El ejemplo canónico es el presentado en 28 días después (28 Days Later, Danny Boyle, 2002), en la que los zombis son, en realidad, infectados. Ya no se trata del retorno de ultratumba de aquello que se creía muerto, lo oculto que brota de las profundidades, como diría Sigmund Freud, sino que el zombie es cualquiera de nosotros, bajo los efectos de determinadas sustancias.
Si antes los zombis eran una síntoma de los males sociales, como recordaba George A. Romero en una entrevista (“mis películas han surgido al observar lo que ocurre a nivel cultural o político en el momento en que la película se rueda”) ahora han pasado a ser pura ficción anticipatoria. La posibilidad de la guerra biológica y el aumento de amenazas globales –la gripe aviar, las vacas locas– funcionan como un anuncio ante lo que está por llegar. Todos creemos ya en los zombies.
Un documental de National Geographic se dedica precisamente a dicho fenómeno. Bajo el título La verdad sobre los zombies (The Truth Behind Zombies, Michael Wafer), la película se propone encontrar una base científica para la existencia de dichas criaturas, internándose por ejemplo, en el oscuro mundo del vudú. En el mismo, la viróloga de la Universidad de Miami Samita Andreansky señalaba la posibilidad de que el virus de la rabia se mezclase con el de la gripe, el del ébola o el de la encefalitis proporcionando una gran agresividad a los seres humanos que sería rápidamente difundida. Una posibilidad que de alguna forma resuena en ficciones como Contagio (Contagion, Steven Soderbergh, 2011), que sin el matiz zombie, reflejan de forma realista la posibilidad de una epidemia mundial letal. Algo complicado, pero no imposible. Y que nos recuerda que quizá los símiles de los testigos no sean tan disparatados como podría parecer en un primer momento.
fuentes: el confidencial
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