La historia de la humanidad está marcada por hechos que, de manera misteriosa, desencadenan o anticipan acontecimientos decisivos, quizá como resultado de una determinación mágica o por mandato de una ley suprema y universal. Nadie sabe por qué se producen; tampoco cómo desde sucesos tan simples puede avizorarse el camino hacia un crucial descubrimiento científico, un gran hallazgo literario, alguna conquista insuperable.
Sin embargo es como si estuviesen escritos en alguna parte: sabemos que existen y a grandes rasgos los conocemos, aunque a menudo permanezcan eclipsados y rotulados con otros conceptos como el azar o la casualidad.
Se dice que la evolución del conocimiento transcurre entre errores y aciertos, y que la mayoría de los descubrimientos científicos se han dado de un modo casual y muchas veces inesperado.
Sucede lo mismo cuando alguien anticipa un gran acontecimiento o cuando un suceso simple termina de manera insospechada y relevante. Pero ¿qué es lo que hace que esto ocurra? ¿Hay un orden preestablecido que nos lleva a realizar tal o cual cosa en un determinado momento?
Todo indicaría que ese es el modo de explicar ciertas experiencias que tienen que ver con lo fortuito, aquello que se inició de una manera y concluyó de otra, una casualidad que desembocó en la ocurrencia de algo insospechado. Esto es lo que llamamos serendipia.
Pero se dice que estos extraños fenómenos no obedecen solo a la casualidad, sino también a una actitud que los propicia; es decir que, aunque estén a mano de todos, son desencadenados por personas curiosas y con una cuota elevada de sagacidad.
¿Cuál es el significado de la palabra serendipia?
Una de las definiciones más claras explica que la serendipidad nace de la curiosidad y que, al reconocerla, debemos estar preparados para la fascinante aparición de lo inesperado. Agrega que es frecuente en los procesos de innovación y creatividad, y se resume en la actitud de dejarse llevar.
Para los investigadores, el fenómeno nace de la magia de las conexiones espontáneas como algo afortunado que se produce sin planificación. Es encontrar por accidente, suerte del destino o extraño y excepcional designio algo que uno no buscaba.
Los sinónimos más conocidos son chiripa, carambola, tener suerte o encontrarse con algo o con alguien en forma fortuita.
Una de las serendipias más famosas ocurrió el 22 de septiembre de 1928, cuando Alexander Flemingdescubrió sin querer la estructura de la penicilina. Analizaba un cultivo de bacterias y se le contaminó una de las placas con un hongo; más tarde descubriría que alrededor de ese hongo no crecían las bacterias e imaginó que ahí había algo que las mataba. Aunque él no fue capaz de aislarla, ese episodio dio inicio al crucial descubrimiento que más tarde revolucionó la medicina.
En otro orden de cosas, se sabe que la llegada de Cristóbal Colón a América sería una serendipia, porque en realidad el marino genovés intentaba llegar a la India (de hecho creyó que había arribado allí) y se encontró frente al Nuevo Mundo. Fue un hecho fortuito o un accidente, como el descubrimiento de la estructura del átomo, el LSD, el principio de Arquímides y el celuloide, entre tantos otros.
También en la prosa fantástica literaria lo fueron el anticipo del naufragio del Titanic, cuando Morgan Robertson narró el hundimiento de un barco llamado Titán; un relato de Edgar Allan Poe que anticipó lo que iba a ocurrir en otro naufragio 46 años después; la descripción que hizo Jonathan Swift de dos supuestos satélites naturales de Marte en su libro “Los viajes de Gulliver”, de 1726; y Voltaire también mencionó en su relato fantástico “Micromegas”, de 1752, que Marte poseía dos lunas.
Los científicos coinciden en que son muy interesantes y variados los fenómenos que por alguna razón se presentan ante nuestros ojos con otra apariencia y que solo hay que estar atentos para poder verlos.
Louis Pasteur destacó la importancia de la observación acompañada de ingenio en la ciencia: “Dans le champ del’observation, le hasard en favorise que les esprits préparés” (En el campo de la investigación, el azar no favorece más que a los espíritus preparados).
Increíbles anticipos de la literatura
En un momento alguien escribe sobre algo imaginario y luego se demuestra que el objeto existe tal como lo percibió el autor.
*Jonathan Swift en su libro “Los viajes de Gulliver”, de 1726, y Voltaire en su relato fantástico “Micromegas”, de 1752, escribieron que Marte poseía dos lunas. El descubrimiento de los dos satélites marcianos Fobos y Deimos no ocurrió de forma oficial hasta 1877.
Lo increíble del caso es que la óptica disponible durante la vida de Swift y Voltaire no permitía ver esos cuerpos celestes tan pequeños y que se separan tan poco de la esfera de Marte.
*En el libro “Futility, or the wreck of the Titan”, cuyo autor es Morgan Robertson, se narra el naufragio de un barco llamado Titán. Fue escrito en 1898, catorce años antes del naufragio del Titanic, y las coincidencias son asombrosas. De entrada, el nombre de ambos barcos, Titán y Titanic; el hecho de que ambos se hundieron en su viaje inaugural y chocaron con un iceberg en un mar (según escribió Robertson) muy tranquilo como un espejo, cercano a la isla de Terranova.
También sus dimensiones son similares (75.000 toneladas y 66.000; 243 metros de eslora y 268) y coincide el apellido del capitán (Smith), además del hecho de que ambos barcos, el real y el de la ficción, tenían pocos botes salvavidas y la cantidad de personas fallecidas, muchas de ellas multimillonarios.
*En 1838, Edgar Allan Poe escribió “La narración de Arthur Gordon Pym”. En ella, cuatro personas se hallan en una barca sin alimentos ni bebida después de naufragar.
El más joven, un grumete llamado Richard Parker, propone que uno de ellos sea asesinado y sirva de alimento a los demás, lo que le toca a él después de echarlo a suertes por la ley del mar.
Cuarenta y seis años después, en 1884, el navío inglés Mignonette, construido en 1867, naufragó con sus cuatro tripulantes a bordo. Durante cerca de veinte días quedaron a la deriva en un bote salvavidas sin agua ni provisiones, hasta que uno de ellos entró en coma, aparentemente por haber bebido agua salada. Entonces decidieron darle muerte para comérselo y tener así la posibilidad de sobrevivir.
El cuerpo del infausto, un grumete de 17 años llamado Richard Parker, alimentó a los tres restantes hasta que fueron rescatados unos días más tarde.
*El libro “Más allá del espectro”, también de Robertson, publicado en 1914, narra la guerra hipotética entre Estados Unidos y el imperio del Japón, y menciona el ataque con máquinas voladoras en Pearl Harbor, la principal base naval del Pacífico de los Estados Unidos, con bombas luminosas, cuando en ese tiempo la aviación estaba en pañales.
Ubica este ataque en diciembre y en la mañana de un domingo, sin que hubiera declaración de guerra y con miles de muertos entre los marinos y población civil de esa base naval. Todo esto sucedería 27 años después, en 1941.
Casos emblemáticos
*El principio de Arquímedes fue descubierto en forma accidental cuando el matemático griego se introdujo en una bañera y observó cómo su cuerpo desplazaba una masa de agua equivalente al volumen sumergido. Salió desnudo a la calle gritando la famosa frase: “¡Eureka! ¡Lo he encontrado!”.
*A mediados del siglo XIX, se intentó buscar un material para sustituir el marfil de las bolas de billar. En 1870John Wesley Hyatt, un inventor de Nueva Jersey, estaba prensando una mezcla de serrín y papel con cola porque creía que así conseguiría el nuevo material. Pero se cortó un dedo y fue a su botiquín para curarse.
Sin querer, volcó un frasco de colodión (nitrato de celulosa disuelto en éter y alcohol), lo que provocó que quedara en su estantería una capa de nitrocelulosa. Al verla, Hyatt se dio cuenta de que este compuesto uniría mejor su mezcla de serrín y papel en lugar de la cola. De este modo se inventó el celuloide.
*Las famosas notas post-it surgieron tras un olvido de un operario, que no añadió un componente de un pegamento en la fábrica 3M. Toda la partida de pegamento se apartó y guardó, dado que era demasiado valioso para tirarlo aunque apenas tenía poder adhesivo.
Uno de los ingenieros de la empresa pensó que sería ideal tener hojas de papel con un poco de pegamento que no fuera demasiado fuerte y que resistiera ser pegado y despegado muchas veces. La vieja partida de pegamento malogrado acudió a su mente. Habían nacido las notas post-it.
*Niels Bohr llevaba mucho tiempo trabajando en la configuración del átomo. Tuvo un sueño en el cual vio un posible modelo y, al despertar, lo dibujó en un papel sin darle mucha importancia. Poco tiempo después volvió a ese papel y se dio cuenta de que realmente había hallado la estructura del átomo.
*El doctor Albert Hofmann descubrió accidentalmente una de las drogas alucinógenas más poderosas, el ácido lisérgico dietilamida (LSD). Según relata en su libro “LSD, mein sorgenkind”, en el curso de su investigación sobre los derivados del ácido lisérgico obtuvo el LSD-25, el cual se demostró como poco interesante desde el punto de vista farmacológico, por lo que se dejó de investigar sobre él.
Solo cinco años más tarde y debido a que, sin motivo aparente, no podía olvidarse de aquella sustancia, volvió a sintetizarla para una nueva investigación. Contó que cuando procedía a su cristalización se sintió afectado por una mezcla de excitación y mareo, y se vio forzado a abandonar el trabajo en el laboratorio.
Se presume que una mínima cantidad de LSD tocó la punta de sus dedos y fue absorbida por su piel. Ya en su casa, despierto pero en un estado de ensoñación, percibió una serie interminable de fantásticas imágenes con intensos y caleidoscópicos juegos de formas y colores, que no se desvaneció hasta pasadas unas dos horas.
*El politetrafluoretileno (más conocido por su nombre comercial Teflón®) fue descubierto en 1938, cuando el doctor Roy J. Plunkett trabajaba en el desarrollo de sustancias refrigerantes y, debido a un mal funcionamiento durante sus experimentos, realizó el hallazgo.
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