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martes, 23 de junio de 2015

Leyendas urbanas zona norte del gran Buenos Aires

Las denuncias sobre el Cementerio de Olivos, donde entregaban cenizas que no serían de los muertos, reavivan la creencia de que en materia de polémicas, Vicente López da para todo



Las “Leyendas Urbanas”, historias de miedo, terror y misterios sin resolver, existen en todas partes, generando hasta películas y sitios de Internet dedicados. En Vicente López la entrega de cenizas a los familiares que no corresponden al ser querido que se llora era una especie de leyenda urbana, se sabía, los rumores existían desde hace ya varios años, pero siempre se chocaba con la falta de comprobación.
Además un tema tan sensible y escabroso llama a la prudencia al momento de hacer la denuncia. Pero no hay que dejar de subrayar que si la “leyenda” existía, la misma debía haber llegado a oídos de las autoridades, las mismas que hoy quieren “deslindar las responsabilidades administrativas del caso”, para no decir delegar.
Para muchos vecinos la realización de una sesión a las cuatro de la mañana en los últimos días de diciembre de 2004 en el Concejo Deliberante puede sonar a cuento increíble.
Para otros tantos que se permita la construcción de grandes edificios en zonas en las que antes no estaba permitido, era un cuento del "vecino quilombero" hasta que la sombra les tapó el sol de sus casas.
Y también suena a cuento que quieran hacer una autopista donde antes rellenaron con vaya a saber que tierra para ganarle unos metros al río.
La noticia de que se realizaban cremaciones falsas para entregar cenizas de las cuales se desconoce su procedencia es una señal más de alerta de una gestión plagada de puntos oscuros. En la denuncia dada a conocer por “un diario de tirada nacional” se involucra al hermano de una ex funcionaria y concejal del distrito, que habría sido “premiado” con la subdirección del cementerio municipal por el Ejecutivo, por la virtud de pertenecer a un influyente grupo.
No escapa al análisis que los hechos denunciados se prolongaron en el tiempo. Y que no se trataba sólo del modus operandi de engañar a los deudos con cenizas y cremaciones que no se realizaban, almacenando los cuerpos en un depósito. Ese era el primer escalón del negocio macabro. También se encargaban de realizar las averiguaciones para dar con las bóvedas abandonadas, comprarlas y revenderlas a un precio varias veces superior. Y para ello debían tener acceso a archivos y documentaciones.












Tampoco es casual que el 27 de junio de 2006 se incendiara la oficina de la dirección y parte del palier: "se trató de un incendio chico que afectó principalmente madera y papeles, documentación que había en el lugar"  aquel día el jefe del cuerpo de bomberos local. Preocupado, el intendente Enrique García acudió al lugar acompañado por el director de Seguridad del municipio.
Los más de 20 años de gestión provocan este tipo de “leyendas urbanas”, rumores que aunque usted no lo crea, en Vicente López tienen asidero, en este caso jugando con el dolor y lucrando con la muerte desde lo más bajo de la especie humana.
Los funcionarios y empleados involucrados deberán recibir el castigo que la ley les imponga pero difícilmente en el municipio que premió a los responsables de la tragedia de Kheyvis adopte medidas ejemplares para llegar más arriba en la determinación de los responsables.
En caso de que así sea, no merecerán tampoco un monumento por hacer lo que el pueblo les encomendó, y tampoco podrían hacerlo, porque alguien también se quedó con el bronce y no justamente por ser un prócer.







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