guillermo Barrantes y Víctor Coviello son los autores de “Buenos Aires es Leyenda”, una serie de tres libros en los que se recopilan diferentes y variados mitos urbanos de la ciudad de Buenos Aires.
Entre ellos encontramos el que se titula “La Maldición del Italpark”, fruto de una investigación, en apariencia, extensa y complementada con contenido histórico, al igual que el resto de las leyendas que completan el libro.
Para llegar al corazón de este mito nos hablan de los orígenes del Italpark e incluso de lo que había en ese suelo mucho antes de su construcción: el Parque Japonés fundado en 1911 y destruido por un incendio en 1930. Luego citan casos fáciles de reconocer en la memoria nacional, por ejemplo la desgracia ocurrida en 1990 cuando Roxana Alaimo, de apenas 15 años, halla la muerte en el juego conocido como “Matter Horn” o el caso de Rodolfo Herrneder, encargado de mantenimiento en el Argenpark de Luján, quien en el año 2007 cayó de la célebre “Super 8 Volante”, montaña rusa que, años atrás, funcionaba en el Italpark.
El objeto de este mito es “la maldición” en el lugar donde antes se erigía este parque. Los autores entrevistaron a una vecina de la zona, la cual asegura que “la maldición” fue hecha por un brujo amigo suyo que fue mal atendido en el “Pumper Nick” que estaba dentro del Italpark. El susodicho maldijo gravemente a todos los que estaban allí, siendo esto la causa del incendio del Parque Japonés (era tan grande la maldición que pudo manifestarse en el pasado), del cierre de la cadena “Pumper Nick” y las desgracias en torno al Italpark.
Para todos aquéllos que, luego de la tragedia del “Matter Horn”, no pudieron asistir al parque al día siguiente y se quedaron con su entrada intacta después de que lo cerraran, hay una esperanza. Cuenta la leyenda que a las doce en punto de la noche el Italpark aparece ante los ojos de quien se presente con su entrada. El único juego que no estará oxidado y derruido será el que se especifica en la entrada y la persona podrá disfrutar, por última vez, la atracción que le quedó vedada debido al cierre. Después de eso deberá retirarse sin mirar atrás y ni pensar en subir a uno de los juegos prohibidos…
Con estos libros queda a criterio del lector si creer o no. No se quiere profundizar en el tema para no romper con esa imagen mística que nos dejan estas leyendas cuando se terminan de leer, junto con una sensación bizarra y graciosa al pie de la última página. Puede decirse que el mismo libro en sí ya es una leyenda, por su prosa sencilla pero impactante y por la calidad de sus relatos, mezclándose en ellos los autores… provocando con esto la terrible pregunta: ¿será verdad?
Aparicion fantasmal del Italpark
Otro mito urbano...
Dice la historia que quienes se quedaron con las viejas fichas del italpark (redondas,plasticas,violetas,azules,verdes y naranjas con el sello del parque) si se paran de noche frente a la que era su entrada con una de ellas en la mano,ven aparecer de golpe el parque con todos sus juegos.
Varias personas juran que vieron las puertas del parque abrirse lentamente para que el portador de la ficha pudiera subirse al juego que le correspondia,con el unico que la ficha funcionará.
Dicen que apenas terminado el tiempo de juego,el afortunado debe salir rapidamente del parque por la puerta principal;si sucumbiera a la tentacion de probar sin la ficha correspondiente otro de los destartalados juegos,algo horrible le pasaria.
En cambio,si sigue las instrucciones tal cual son,al traspasar la puerta principal el parque redivivo desparecera tras sus espaldas...
Primeros rumores
Cuando debía decidirse el destino del predio, surgió una teoría donde se afirmaba que el accidente en realidad había sido un atentado de quienes deseaban abrir un centro hotelero en su lugar. Esto fue desmentido poco después cuando se realizaron las pericias correspondientes y la Justicia determinó que todos los juegos presentaban fallas mecánicas. También descubrieron que el Matter Horn —entre otras atracciones— llevaba siete años sin tener una revisión técnica obligatoria.
En sitios de ventas por Internet se encuentran en remate algunos productos que pertenecen al legendario lugar. Por ejemplo, los autos chocadores salen 400 dólares, por lo que es casi inevitable hacer mención sobre la teoría que afirma que los juegos actualmente son utilizados en modernos parques, que al igual que el Italpark, priorizan lo comercial y olvidan los controles reglamentarios.
Por otro lado, vecinos del actual Jardín Thays atestiguan que las tierras están malditas: cada lugar que se construyó en ese sitio terminó en tragedia. En 1911 comenzó a funcionar un parque japonés. En diciembre de 1930 un incendio lo destruyó por completo. Años más tarde, se realizó una feria italiana, la que también terminó en tragedia cuando a plena luz del día se desató una tormenta eléctrica y un rayo acabó con la vida de un turista brasilero.
También cuentan los lugareños que quien conserve viejas fichas del Italpark, puede pararse de noche frente a la que era la entrada con una de ellas en la mano y automáticamente verá aparecer el parque y todos sus juegos. Las puertas se abrirán lentamente y el "suertudo" deberá subirse a la atracción que le corresponda según el pase que tenía, pero si al finalizar el tiempo no se retira por la puerta principal, algo terrible podría suceder.
Otra leyenda urbana asegura que los juegos que funcionaban en el parque fueron guardados en un depósito del ferrocarril Mitre para ser vendidos al exterior o utilizarlos como chatarra. En algunos foros, aseguran que los mismos empleados de la línea férrea participaron en el desmantelamiento, y que nunca se les abonó el trabajo, por lo tanto no dejaron que los dueños saquen las atracciones del galpón.
También cuentan que si alguien deseaba comprar un objeto perteneciente al parque lo derivaban a hablar con el "Perro" Cervero, un empleado ferroviario que se ocupaba de aquellas transacciones. El misterioso hombre interrogaba al posible comprador y si éste deseaba obtener un simple recuerdo para uso personal, lo regalaba. De lo contrario, la cifra estipulada era incalculable.
En otros sitios narran historias semejantes a películas de terror: “Si pasás por ahí de noche se ven clarito los juegos, un dumbo, un helicóptero y otros tantos junto a unas velas y se escuchan ruidos extraños. Los valientes que decidieron entrar nunca salieron, como Susanita, Tomasito y tantos otros”, explica Juan, un hombre de 83 años que dice conocer a la perfección la historia de las tierras, para quien “no sólo hay que respetarlas, sino también temerles”.
“Del otro lado del Río, en Luján”
Al comprobar el verdadero destino de los juegos, apareció una noticia que le daba mayor crédito a la "maldición" que rodeaba al lugar. Al parecer, los juegos fueron trasladados a un parque de Luján. Sospechosamente, dicho centro se llama Argenpark, y aunque con otro nombre, las atracciones son las mismas. Otra cosa en común, claro, es la falta de controles técnicos en las recreaciones.
Miles de personas llegan cada año a la ciudad de Luján, impulsados por la melancolía, para recorrer los dos parques, que, aunque separados por un río, se unen mediante juegos aéreos. Uno es llamado Argenpark, el otro, Parque Luján. Quienes lo visitan dicen sentirse presos de un viaje en el tiempo: los sitios no sólo tienen atracciones del legendario Italpark, sino lo imitan hasta en los más pequeños detalles.
Entre los muchos juegos que funcionan en el sitio y que pertenecieron al Italpark, incluyendo la montaña rusa más antigua, se encuentran la Súper 8 Volante, el barco Showboat, el Samba, el Torpedo, el Twister y el Súper Monza, entre otros.
Desde las boleterías, pequeñas cabinas con forma de cabañas e imágenes graciosas en la ventana, hasta las fichas, en las que sólo cambia la grabación del nombre de los parques. Todo es idéntico. Incluso la tragedia.
Paola Relea, la hija de uno de los dueños, relató que “los accidentes eran moneda corriente, por lo menos hay uno al mes”, y puso como ejemplo un episodio donde “una niña de no más de 10 años se rompió la cara contra el juego Pulpo, cuando se desprendió un brazo del mismo”.
Una de las muertes ocurridas en el Argenpark que tomó impacto nacional fue la de Rodolfo Herrender, un empleado de 51 años de edad que cayó al vacío al ser golpeado por un coche de una montaña rusa cuando se encontraba colocando una nueva cámara fotográfica.
Rodolfo era, según sus compañeros, el mayor conocedor de las atracciones de ambos centros, a tal nivel, que recrear el Italpark fue posible gracias a él, debido a que montó y reacondicionó las atracciones con una gran precisión.
El hombre era un aficionado a los parques de diversiones y a la fotografía. Se dedicaba a tomarle fotos a quienes descendían de los juegos. Halló la muerte cuando, por motivos desconocidos, comenzó a reparar un censor que retrataba a quienes estaban en el juego con éste en movimiento y fue golpeado por un carrito de la atracción.
Después del golpe, Herrender cayó al vacío ante 500 personas desde una altura de 5 metros. Cientos de llamados simultáneos al 911 lograron bloquear la línea de emergencias.
El panorama volvía a ser el mismo de aquella tarde del 29 de julio: el cuerpo sin vida yacía en el suelo, totalmente desangrado y con pérdida de masa encefálica, gritos desesperados y los esfuerzos médicos por salvar una vida que era presa, posiblemente, de la mala suerte que rodea a los juegos.
Si nos sumergimos en lo paranormal, podríamos creer que, con la muerte de Roxana se cerraba el Italpark y con él, un círculo de tragedias varias, que gracias a los esfuerzos de Rodolfo se reabría, pero esta vez en otro lugar y con otro nombre.
Pero en este caso, lo paranormal es preguntarse cómo, en juegos que funcionan desde hace cuatro décadas sin controles y sin inspecciones gubernamentales, hasta el momento no hubo más muertes.
Quienes se volvieron fanáticos de esta seguidilla de sucesos afirman que Rodolfo es la última víctima de la “maldición”. Sin dudas los parques mencionados encierran un misterio que está muy lejos de develarse. Pero de lo que tampoco quedan incertidumbres es que cualquier centro de atracciones del país puede ser un nuevo Italpark, si no se realizan los controles pertinentes.
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